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Consejería de Educación. Junta de Extremadura

LA SUBLIME PUERTA

UN QUIERO Y NO PUEDO

Acto fallido. Se deja leer, pero poco más. Destacaremos entre algunos de sus logros un léxico rico adaptado a la época y una descripción muy detallada de paisajes, ambientes, del protagonista, un hombre que lucha por conservar su identidad en un mundo hostil, pero con muchos altibajos y no acabando de definir su personalidad que unas veces nos aparece marcado por sus fuertes convicciones y que a pesar del destino parece controlar su vida y otras un perfecto majadero que se deja embaucar por cualquier tabernero griego con una sobrina casadera, llegando al colmo de la ingenuidad. Estos desequilibrios en definir el carácter del protagonista ya mata de por sí solos la  novela.

Esta  novela histórica de Sánchez Adalid, desarrollada en un contexto del siglo XVI, y resaltando su extremeñismo, un guiño cómplice para los paisanos que agradecemos, porque la verdad, ya resulta raro encontrar ambiente extremeños en las novelas… pero no acaba de convencer. Y es que debe de resultar difícil tomar el pulso a la narrativa histórica, porque, eres un [[Ken Follett]], y te importa un bledo la fidelidad histórica y te centras únicamente en hacer una novela que con suerte te sale un bestseller como Los Pilares de la Tierra como Dios manda, donde lo que importa es la trama y el contexto es el diseño, de lujo eso sí, pero diseño al fin y al cabo, o como le ocurre a nuestro autor extremeño, se pierde y en lugar de una novela le puede salir un libro de historia. O si no, a qué viene, ese derroche de elocuencia, al final: EPÍSTOLARIO A MODO DE EPÍLOGO, que luego de haber hecho más que previsible el final de la novela, quiere hacernos saber que sabe muy bien de lo que escribe, como si quisiera emular a [[Arturo Pérez-Reverte]] , en su colección de Las aventuras del capitán Alatriste. Lo cierto es que la última parte de la novela pierde interés, y en la primera no satisface todos los frentes que abre; observemos si no, ese amor platónico del harén de su amo, con quien no cruza una sola palabra pero al que da demasiada importancia para que luego no merezca ni una escena aparte, y lo que es peor desaparezca de la novela como un “Guadiana” que no vuelve a aparecer. ¿Y qué decir de su amor carnal?, sí usemos el eufemismo “amor carnal”, y seamos tan exquisito como nuestro autor, que      a decir verdad procura describir estos encuentros amorosos como sumo cuidado como si escribiera para no dañar sensibilidades, lo que no está mal, pero debe hacerse sin que se note tanto la mano del narrador omnisciente.

Bueno podemos darle el beneficio de la didáctica, y a pesar de todo recomendar su lectura, para ver la importancia del fenómeno religioso en este siglo XVI, como por supuesto la finalidad era un enfrentamiento sin cuartel entre dos formas de ver la vida igual de dogmáticas, pero que en lo cotidiano también sabían convivir, moros y cristianos, aunque la norma era la intolerancia.  Este libro pretende, le concederemos ese mérito, crear un ámbito realista que nos muestre cómo era la vida en aquella época y en ese sentido siempre es aprovechable sus enseñanzas. Quien no se conforma es porque no quiere. (Alfonso García Hoyas).